La montaña tiene mucho más en común con la vida de lo que crees. Suelo decir que un día en ella equivale a dos en la ciudad, por lo menos. Incluso una naranja o un bocadillo saben diferente.



Totalmente. 

Esto es lo que defiende Juanjo Albizu en su libro «Monterapia. Cuesta arriba se vive mejor». 

No podemos estar más de acuerdo.

No es casualidad, sino ciencia

Pasar tiempo por las alturas de las cumbres ayuda a reducir la actividad neuronal relacionada con las enfermedades mentales y ya hay estudios que lo demuestran.

Te ponemos en contexto. Un artículo de investigación de la Universidad de Stanford demuestra que las personas que andan 90 minutos por el monte tienen menos nivel de rumiación y pensamientos repetitivos que las que andan el mismo tiempo por ciudad.

Vamos, que es más fácil cortar con nuestros bucles obsesivos y la ansiedad en el monte.

 

Lástima (y ahora viene la parte fea del asunto) que no podamos decir lo mismo sobre sus efectos en tu piel.


¿Has notado que después de la temporada de esquí o de varios días en la montaña te salen un par de arrugas nuevas en la frente y envejeces?

Ay, amigo, resulta que todo lo bueno que tiene el monte para tu mente, lo tiene de malo para tu piel. 

 

3 son tus grandes enemigos en las alturas:
- Los rayos UV

- El frío y el viento que provocan que la epidermis se vuelva más fina y se deshidrate antes.

- Y el reflejo del sol en la nieve

 

Seguro que los datos te ayudan a visualizar la gravedad del tema:

  • Cuanto más alto subes tú, más cerca estás del sol y más delgada se vuelve la atmósfera. Por lo tanto, más expuesto estás a la radiación ultravioleta.

    Exactamente, según datos de la Organización Mundial de la Salud, entre un 10 y un 12% más por cada 1000 metros de subida. Mal asunto.
  • El rebote del sol en la nieve (si es el caso) también implica recibir más rayos UV en el rostro.

Para que te hagas una idea, la reflexión del sol en la arena de la playa es de un 15% y en la espuma del mar, de un 25%.

¿Sabes qué tanto por ciento corresponde a la nieve? Un 80 %. Sin comentarios.

  • Entre las 11:00 y las 15:00 horas. Ese es el momento en el que el sol pega más fuerte en la montaña. 
Ya sabemos que es cuando más a gusto se está, pero evita exponerte directamente a los rayos durante ese rato. Por tu bien.

 

 

¿Cómo te quedas después de leer esto? 

Sabemos lo que estás pensando: «¿Me estáis queriendo decir que debería dejar de subir a la montaña?». 
Noooo, para nada. Ni de broma.

Lo que sí deberías hacer es tomarte muy en serio estos 5 consejos para disfrutar del monte sin que tu piel lo sufra:

1. Nunca subestimes al sol. Aunque sea invierno y esté nublado, utiliza protección solar siempre (mínimo factor 50). Sobre todo, si vas a salir a la naturaleza. 

Y utilízala bien, claro. ¿Cómo?

  • Aplica el producto 15 minutos antes de salir de casa. Después de limpiar la piel y de utilizar tu hidratante habitual. 
  • Reaplica la crema cada dos horas o antes si notas que sudas.
  • Acuérdate de las grandes zonas olvidadas: labios (con un producto específico), cuello y orejas. 

¡Importante!, no te olvides de la cabeza si tienes poco pelo o lo llevas corto.

 

2. Limpia y repara

Por la mañana, prepara tu rostro limpiándolo con un producto suave, respetuoso y eficaz.

Piensa que la piel es el órgano que te protege de las agresiones externas y que limpiarla correctamente es la única manera de lograr que su protección natural funcione. 

Por la noche, contrarresta los daños acumulados a lo largo del día con una buena crema hidratante que calme y mantenga la humedad de tu epidermis.

 


3. Bebe agua y líquidos para hidratar también desde dentro.

Un mínimo de 2 litros. Si lo prefieres, tómala en infusión.

El té verde, el té blanco, la menta, un rooibos o una infusión de hinojo son algunas opciones estupendas.

4. Cúbrete con gorros, sombreros, buff o pasamontañas. 

No te olvides de unas buenas gafas de sol para proteger los ojos y la delicada zona de su contorno.

 

5. Si es posible, pon un humidificador en tu habitación para que el ambiente sea más suave para tu piel y para tu sistema respiratorio.

Haznos caso, no se trata solo de estética, es una cuestión de salud.